Giro una esquina y veo, sentados en los peldaños de una escalera, unos animales con aspecto de búfalos, muy grandes, peludos y con cola. Cuando me acerco, veo que tienen cara de simio, y lo más extraño: tienen manos con largos dedos, casi humanos. En estas criaturas se mezcla inquietantemente lo humano y lo bestial.
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