Me levanto de la cama y bajo por la escalera de madera. Consciente de que estoy soñando, alzo el vuelo y salgo flotando sobre el patio de luces. En otro sueño estoy en Ordal, el pueblo de mis abuelos maternos, y sobrevuelo varias veces el jardín, con ímpetu juguetón. Alguien me reprende y entonces, de golpe, acelero y me voy volando por encima de los bosques y las montañas. Cuanto más me alejo, más se descompone la imagen, más me cuesta fabular el paisaje, hasta que la escena se desvanece.
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