De nuevo viajo a Venecia. Esta vez no aparecen las calles, sino la vista general de las altas torres de la plaza de San Marco o la iglesia de San Giorgio. En el mismo sueño, estamos en una playa y, cada cierto tiempo, viene una ola gigantesca y se lo lleva todo. Aun así nos acercamos a la orilla una y otra vez, temerariamente. El nivel del mar crece súbitamente, catastróficamente.
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