Mi jefe en COM Ràdio me comenta despreocupadamente que a partir de ahora “prescindiran” de mi y de otros compañeros de mi edad que tienen contratos temporales. No me da tiempo de aclararlo: es hora de irse. Más tarde llamo por teléfono y pregunto por el jefe. Me dejan a la espera, con un hilo musical. Se mantiene la incertidumbre.
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