martes, 8 de mayo de 2007

Los fantasmas, encerrados en el aparcamiento y el mitin de Ibarretxe (febrero 2005)


Distintas historias en un mismo sueño: todas tienen en común una atmósfera de miedo y tensión prebélica.

1 Es de noche. Estoy con toda mi familia en una gran casa en medio de la montaña. Nuestro padre nos habla en tono grandilocuente. Nos advierte que pueden venir fantasmas duranta la noche. Todos se van a la cama menos yo. Me quedo fuera de la casa, estirado sobre un banco o hamaca como los personajes de la película ‘El bosque’ de Night Shyamalan. De vez en cuando miro hacia el camino con desasosiego. Pero no viene nadie.

2 Vamos a casa de una amiga. Antes de llegar encontramos una especie de aparcamiento subterráneo. Intentamos salir de allí y vemos en el techo un agujero muy pequeño, un tubo por donde apenas cabría una persona. Me asusto y siento claustrofobia. Por suerte, en el otro extremo del subterráneo hay una salida más ancha. Llegamos a casa de nuestra amiga y le cuento mis miedos.

3 El lehendakari Juan José Ibarretxe organiza un acto de masas para presentar su plan soberanista. Estamos en una inmensa sala de actos de color verde. En primera fila están los jefes de informativos de COM Ràdio, donde trabajo actualmente. Decido sentarme al lado de Ibarretxe y aprovecho para darle consejos: “Supongo que te lo habrán dicho muchas veces, pero sé prudente y no hagas nada que pueda tener consecuencias peligrosas”. Él asiente y responde algo con una sonirsa forzada. De repente evoco la imagen del golpe militar del 23-F, y, preso de terror político, abandono la sala. Me voy a pasear por la ciudad junto a un compañero rubio, de baja estatura, que me recuerda a algunos amigos de la infancia.

Él me presta todo lo que le pido: una botella de agua, una linterna. Vamos a una tienda e intentamos dejar la botella de agua, medio llena, para que nos la guarden. Más tarde pasamos a recogerla pero una dependienta nos responde airada: “Para otra vez, sabed que nosotros no podemos guardaros objetos”. Mi compañero y yo bajamos a la playa. Llegamos casi hasta el agua, pero temo por mi cámara de fotos, que llevo colgada todo el día. Intentamos evitar el agua y saltamos las rocas llanas de color verde, como piedras de río.

No hay comentarios: