Estamos en el interior de un recinto en penumbra, quizá una iglesia. Durante la celebracion me he de ocupar de unos cuantos bebés a quienes sus padres han dejado durmiendo en unas canastillas. Cojo las canastillas y me las llevo a otra parte. Cuando quiero coger los niños en brazo nos los encuentro. Han empequeñecido, se han consumido o quizá se han volatilizado. Lo único que sale de los almohadones es un animal largo y escamoso, como una anguila, que intenta moderme la mano.
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